Era una berlina muy lujosa, más grande que el R25, el modelo más largo de la marca. Tenía soluciones innovadoras, pero no pasó del prototipo.
Siete años antes del debut del Mégane, Renault presentó un prototipo del mismo nombre, pero con características muy diferentes. No era un mediano, sino una berlina de representación, incluso más grande que el modelo más prestigioso de la marca en ese entonces.
El Mégane medía 4,95 metros de largo (y 3,11 entre ejes), bastante más que los 4,62 del R25, y estaba destinado a mostrar la innovación de la marca, pero sin un destino de producción.
El diseño, realizado por Sergio Coggiola, mostraba algunos elementos muy particulares, como la luneta corrediza, que se podía extender 35 cm para mejorar la aerodinámica (bajaba una décima el ya muy buen Cx de 0,22) y convertir esta berlina en una suerte de break. El acceso al baúl era tipo cajón, con una puerta que se deslizaba hacia afuera.
Otra particularidad del diseño eran las puertas corredizas eléctricas, sin manijas ni parante central y con ventanillas fijas (con una mínima apertura para realizar pagos), que daban acceso a un interior con cuatro plazas individuales, con las delanteras que rotaban (como en el Espace) para mejorar el acceso. La del acompañante, incluso, podía quedar de frente a los pasajeros de atrás, que gozaban de asientos reclinables.
La trompa larga y baja, los faros que se unían en una parrilla transparente y continuaban hasta llegar a las puertas, la ausencia de espejos (reemplazados por cámaras) y un único conjunto de luces en la cola (algo que veríamos poco después en el Safrane) eran otros puntos salientes del diseño.
Los butacones eléctricos tapizados con tela y cuero, el teléfono integrado (adelante y atrás), la cámara de retroceso, el navegador, el climatizador automático, las pantallas traseras desplegables, una heladera, el parabrisas calefaccionado y el airbag (ningún Renault tenía bolsas de aire en ese entonces) eran parte de un equipamiento de lujo.
En seguridad, además del airbag para el conductor, el Mégane contaba con ABS, neumáticos Michelin MXX capaz de rodar luego de un pinchazo y cuatro frenos a disco.
El motor 3.0 V6 también era novedoso. El PRV (desarrollado junto a PSA y Volvo), sumaba un turbo y alcanzaba 250 CV. Otra innovación era la caja manual robotizada, sin pedal de embrague. También ofrecía tracción integral, suspensión adaptable y cuatro ruedas directrices, algo muy avanzado en esa época.






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